El poemario Memorias de
un degollador lo escribió en el infausto gobierno de "Alberto Fujimori, más o menos entre el 95-96", refiere. Alrededor de aquellos años se
leían en los titulares de la prensa chicha las atrocidades del
llamado Monstruo de los cerros. "La gente que le[ía] en los quioscos
[alarmada] y que comenta[ban]: ese maldito, desgraciado. No podían concebí[r]
que ese hombre esté dentro de ellos".
Filonilo, a través del poemario busca desdibujar las creencias del lector, cuando representa "la parte humana del monstruo. Lo que se le niega. El imaginario popular dice que es una bestia, que todo lo hace por maldad"; al contrario, el autor representa a "un hombre común y corriente que lleva una doble vida, [que] tiene momentos de angustia, y que se arrepiente; [y además de ello] es un monstruo tierno".
Homogeneización
de la reflexión
Las políticas de Estado buscan que la sociedad tenga una respuesta homogeneizada a distintos eventos,"a uno lo satanizan, al otro lo divinizan. Elevas al Che Guevara a Jesucristo", por ejemplo. De algún modo los massmedia "anulan el problema a través de la incomprensión, debieran buscar la comprensión a través del diálogo".
Rebobinando
El poemario refleja al
monstruo-personaje inconforme con la ciudad definida por una modernidad
que cosifica a las personas: "Es un
hombre de campo lleno de ciudad con ojos cargados de TV / señales / números /
semáforos / áreas verdes y / pulmones con Co2".
Los procesos de construcción de la obra tienen un margen
inconsciente –"Se sabe que antes de matarlas
/ danza con un poco de tierra en la cabeza / y llora mientras las mata /
recita una extraña plegaria / (mezcla de Sánscrito y vulgar Arameo)"–, el
poemario Memorias de un degollador "lo relacion[a] con la
cosmovisión andina, ahí sale [su] inconsciente". A diferencia de ahora, se
“plante[a] un tema
y alrededor de aquel construye" su obra, es decir, "plantea su problemática",
inserta reflexiones que reflejen el imaginario social; como en el poemario "La
canción de la cucaracha humanizo a los poetas y desacralizo al amor".
El Monstruo de los andes
Comentamos que la temporalidad del monstruo-personaje es la de un adulto, y luego menciona intempestivamente al Monstruo de los andes, "al que desconocía, [y que] hubiera enriquecido al poemario, y lo hubiera concebido de otra manera. Históricamente el comportamiento ha existido. Alrededor de los 70s existió el Monstruo de los andes. Este tipo se movía por Ecuador, Bolivia y Perú. Tuvo 300 víctimas, la mayoría niños".
La trashumancia del Monstruo de los andes se origina cuando "es echado de su casa y lo violan. Posteriormente se convierte en un ladrón de autopartes. Por ello lo meten a la cárcel en donde es violado por 2 sujetos. Desde entonces se promete que nadie más le haría daño, y sale de la cárcel, y las violaciones que perpetra son repuestas a su dolor y a lo sufrido en su niñez", refiere, Filonilo, y guarda silencio, "por qué lo hacía", se pregunta, hurgando el aire de la habitación con la mirada.
(1) Entrevista realizada en junio del 2009.
*Seudónimo de Luís Rodríguez Castillo (Puno, 1974), autor de los poemarios Memorias de un Degollador (2000), La canción de la cucaracha (2003), Janaí o para cantar bajo la lluvia (2005), entre otros.
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