miércoles, 10 de marzo de 2010

La poesía fabulosa de Jimmy Barrios

Por Rosa Núñez

He querido titular así el presente texto porque este primer libro de Jimmy Barrios, El tiempo de los anormales, se subtitula Fábula (Arequipa, Grita ediciones, 2009). La palabra fábula posee varios significados. En la antigüedad, Aristóteles llamó fábula a la estructuración verosímil de la tragedia. Fábula también es un tipo de composición literaria, que proviene del mito y la poesía, con profundas raíces en lo popular y generalmente con un sentido ético. Uno de los significados que figura en el diccionario se refiere a un “relato falso, inventado”.

El libro de Jimmy Barrios parece referirse indistinta y lúdicamente a todos estos aspectos y ello está presente a lo largo de los veintiséis poemas que lo conforman. Así, por ejemplo, en el poema XII encontramos los siguientes versos: probablemente el hombre no desembarcó solo / aún así, las fábulas se confundirán con las moralejas. Igualmente, el poema XIX dice: tras las vecindades y bajo los fardos/ anda oculto el animal / cansado no solo de su fe/ o el delirio tenaz de sus ficciones, / sino de sus manos lanzadas al azar / en la azorada búsqueda de lo imprescindible. O el poema XXI donde dice: llegado a este punto salmón / habrás notado lo más inverosímil de las aguas / cada que el río te abre los ojos. El elemento fabulesco que está presente en este poemario parece constituirse tanto como una construcción lírica y ficticia como una fábula propiamente dicha donde la figura del salmón y de los peces invisibles cumplen un rol metafórico fundamental.

El libro tiene una fuerte carga simbólica y metafórica expresada a través de elementos vinculados al agua como el río, el mar, los peces, la sed. No es casual que el poemario inicie y termine con los siguientes versos: el agua era lejos / y no cargaban las piernas ni los ojos del felino. ¿Qué significado adquieren esos elementos en el poema? Desde mi punto de vista, podrían apuntar a dos aspectos: Por un lado, la búsqueda de lo infinito y por tanto de lo imposible, y de otro lado, una divagación en torno al lenguaje. El primer aspecto es bastante recurrente en el poemario, así se habla de una búsqueda de la sed, de una inasible búsqueda de lo real, de una búsqueda de lo imprescindible, sobre todo en el poema XXI, titulado La búsqueda del salmón, donde encontramos estos versos: no hay dos veces el mismo espejo / ni se baja al mismo río / mis pies desacostumbrados al remonte / han perdido la estrategia de tus alas / la búsqueda no garantiza el encuentro alado salmón / de ninguna manera. Claramente, se desprende la inutilidad de la búsqueda, de ahí que también pareciera desprenderse una queja existencial.

El segundo aspecto, el lenguaje, adquiere un sentido más especial. Se puede asociar ahí el lenguaje con el mar. Así el poema XXV donde dice: el tiempo de la veda ha traído / los peces invisibles y la tristeza de las naves, / un paisaje que deambula por los aires / desafiando los relatos / y la vieja imaginación de los hombres. En el poemario, los peces invisibles representarían a las palabras y su fuerza creadora. Esas palabras llegan en tiempos de prohibición, de veda, de silencio y de tristeza, ese es el tiempo de los anormales, es el tiempo de la poesía. Con el lenguaje, pues, construimos mundos, como en el poema final XXVI, titulado Monólogo del vencido: nosotros construimos al soldado / y la apariencia indomable de sus brazos / conquistando el paisaje y los ídolos del horizonte.

Finalmente, la fábula presente en El tiempo de los anormales nos hace retornar al origen etimológico del término: fabulare significa hablar. Si el lenguaje no es más que un constante fabular, la poseía lo es más y el libro de Jimmy Barrios hace que el lenguaje poético prolifere con belleza en estos tiempos de veda.

Artículo tomado del weblog Palabra viajera.

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