martes, 12 de junio de 2007

ABAJO, SOBRE EL CIELO

Abajo, sobre el cielo. Roxana Crisólogo. Lima. Hipocampo Editores. 2005. p. 60.

Poemario donde el tiempo y los espacios de los migrantes en la gran urbe (Lima) son tópicos que lo atraviesan. La primera y tercera parte del poemario, “Flecos”, “Retratos de arena”, están sostenidos por la imposibilidad de la plena relación amorosa por efecto de la rutina; en algún momento uno de los tantos personajes que pueblan el texto no se puede reconocer así mismo; otros personajes transitan con bastante marginalidad en sus actitudes por la urbe; el yo poético se interroga y pregunta a estos personajes sobre la cotidaneidad entre los muros de una habitación, tras los cristales de un ómnibus..., con una nota de malestar interno que se trasluce en la voz, la mirada, y sólo halla olvido, resignación, desempleo, caos. La urbe bajo un cielo gris es simplemente una sensación que se expande en sofocante ritmo bajo la piel, simplemente. La segunda parte, “Periódico mural”, es una aproximación a personajes emblemáticos como Pinglo, Humareda, Vallejo. Uno de los mayores aciertos del texto se logra a través del dolor, el desgarro que impregnan las páginas. (Juan Zamudio)


Poemas

EL AGUSTINO

lo que yo llamo cielo y es tierra
y todas las noches ocupa un espacio distinto al de los cielos
y se extiende sobre un paño de noche elegante
y vive como las fogatas de los castillos conquistados
allá arriba
y deja escapar anillos de luz simples bocanadas de gente
innumerables miles no podría contar cuántas veces
me perdí en el cielo yo que creí que pisaba tierra
empecé a enumerar sus escalones desvanecidos
con tanta facilidad por la gente que al pisarlos
los duplica los triplica y pienso que es la velocidad
-alucinaciones de estómago vacío- de trabajo
mecánico y a tiempo completo sin vacaciones
con vacaciones -sin goce de haber-
o sólo el caos en un mundo que no es
cielo ni tierra entre tierra y cielo cielo y tierra
hay un lugar común de seres indiferenciables que bien
observo
con este cucurucho que quiere -intenta- ser mi único
microscopio o mirador oficial sin asomarme a la ventana
del micro aunque la gente grite Me ordene
cordura razón para no mirar nuevamente
verme
indefenso en un mundo que no podría domeñar solo
Ese día casi toqué el cielo
porque su olor a tierra sudada o lo que sea se impregnó
en mi chompa en mis cabellos quedó un poco del polvo abigarrado
de su alimento mi lengua también saboreó
la acidez segura de sus suburbios celestes y no dejé
de parpadear cuando quise contar cada lucecita suya
en la inmensidad -ya me estaban tragando-
Si no fuera por estos golpes
torpes ininterrumpidos de chofer por esa voz ronca de vaso vacío
(solo) que desde arriba me recordó que simplemente estaba
abajo
ABAJO SOBRE EL CIELO

UNA CONSTRUCCIÓN QUE NO PERMITE OBSERVAR HACIA AFUERA

una construcción abisal y sórdida como un cuadro abisinio
bajo el lente estoy en Louvre
y Louvre en Plaza Francia es un espejismo
Desde lo alto de un bus
contemplo la ciudad
el sol brilla intensamente como un par de anteojos blancos
cáscaras rotas botellas sin licor una banca verde me espera
sólidos intactos versos que aún musitan sonrisas
Un líquido oscuro
como niebla nos envuelve al atardecer

«En algún lado mora mi soledad» es una vieja canción la escuché
en los labios redondos de una muchacha en un bar de Lima
allí conocí el amor
sus cabellos ahondándose en su seno como serpientes
son la nostalgia
La confusión convulsa sobre sus paredes de barro
rosa me agita sus trucos
los malos trucos
diseñando noches enseñando diariamente cómo salir por la ventana
trazando un puente directamente hacia ti
en esta imagen y música rock decadentes
Absurda
tapizando las noches con cremas descubrí ese dulzor
indeleble reflejo y me permito soñar
acerco un trago caliente
insalobre material oscuro de té a mis labios
mientras me acaricias y eran golpes suaves
ruedas húmedas una espada helada descendiendo por las escaleras
hacia el fondo
Una sucesión de escenas fantásticas
mi hermana bajo la mesa porque le teme a los temblores
férreas cortinas de luz aplastando paredes vacías y paredes
hechas polvo frente a la cámara son la suciedad fetal que temo

Las construcciones son altas
Indomesticable como un animal me agito
Insegura en un clímax violeta —sólo hablo francés en sueños—
retengo la saliva ato un párpado a la reja gris busco la llave
exacta
es difícil escoger el ángulo de salida el cemento suave
Sé que en algún lado mora la soledad (mi soledad)
y a esa muchacha no le gusta su oficio


SAN MATEO

cielo para fondo de un nuevo día
el aire blanco espiritual de los responsorios
apuntando universos de iconos estelares
y diablos azules

Ayer dos bandas de músicos hicieron bailar
a los devotos de San Mateo Tierra —arena—
¿por qué no decirlo?
Qué vacío bordea
Carretera sin alas
Velocidades ineludibles


Y una guirnalda parecía sucumbirme en el ocaso
pálido de asombro
Y una estampita y una promesa
y una constante
firmemente decisión

Y un antes de todo y antes de todo
que despachaban mis dedos en el mar
veteado y sudorífico de la música

¿De quién pues va a ser el mérito?
y quien lo sepa no obstruya
Corriendo se llega lejos

En los periódicos no se lee la verdad
Las radios te cambian la voz
En los periódicos se lee: Invasores ocupan terrenos
del Estado
Bebimos
bebimos como la sombra monstruosa del amanecer
Litoral de los sueños
Pista de las cacerolas sin agua

Todo sea por su honor


Foto: portada de Abajo, sobre el cielo.

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