A Federico Holderlin
Crucificado a la esquina
silbido y bocina
barbado el náufrago de la razón
Después del mar de acuarela
las burbujas ardientes, vidriadas
acaba la dulce tarde, donde viví
empinado
entre los árboles chillones
Bajo una corona de moscas
cagada la túnica
crayolas fungen de sandalias
Pero el cielo, tenso hasta el insulto
acerca pupilas pantanosas
dejando umbrales rotos
colegios derruidos
Y la dura mirada del héroe
esquiva el error, ocultando entre
su cáscara de tela, latigazos salobres
que la noche firmará como suyos
Guiado por estatuas parlantes
abrazando escaleras y muletas
ante el océano aéreo
Y cae la lluvia
párpados de mentira
manos ligadas en piano cómplice
bajo arrugas y sonrisas
Nocturno
Un Cielo quiebra el pecho de un pastrulo
abre un rostro
y moja mi sueño
con tinte de resentimiento
Todo para mí tiene la violencia de lo oscuro
y la luna corazón de fantasma
muerde caminos mal iluminados
hacia ese
tu nombre de farmacia
Quiero un caramelo y me rechaza
esa armonía de bolero y vaso
Para mí el paisaje roto de la espalda
para mí anverso y reverso en las manos
la inocencia ajena
cerrada y vacía como balneario invernal
para mí sangre y grasa
recuerdo de un asado navideño
para mí tu mirada desierta
hasta que la demencia suene
a un consejo más
1
Alguien llora frente al mar
echa una botella después de meterse dentro
la ve alejarse y regresar y alejarse
tumbos como latidos desapareciendo
2
Alguien no llora frente al mar
le pregunta desconfiado las causas de su mudez
de estas lágrimas secas
como botellas vacías
3
El mar
eyaculando espumas eternas
como un adolescente
de Música para afeitarse.
* Lima, 1971. Realizó estudios de Literatura en la PUCP y Artes en la UNSA; en 1997 obtuvo el primer premio en los Juegos Florales de la UNSA; ha publicado el poemario Música para afeitarse (1998); actualmente se dedica a la docencia e investigación.
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