El poeta Oswaldo Chanove "trabajando duro".
No había rincón en su vida que no
estuviese ocupado por el peligro.
O. Ch.
Nació en Arequipa, en 1953. Ómnibus y Macho Cabrío, fueron algunas revistas que, en los ochentas, lo relacionan con una movida arequipeña en la que complotaba, entre otros jóvenes de entonces, el poeta Alonso Ruiz Rosas. Si en Lima estaba Kloaca disparando sus versos-molotov contra el stablishment cultural ochentero, desde Arequipa Chanove y Cía hacían lo propio a través de estas publicaciones contraculturales, como Revólver.
Se suele relacionar más el oficio de periodista con el de narrador, el caso más famoso lo encontramos en Hemingway. Pero también podemos hallar una relación directa del lenguaje periodístico con el poético, sobre todo en un poeta y periodista como es Chanove. Ese lenguaje directo, que se centra en los hechos, de aparente objetividad, con descripciones escuetas y sin retórica, que el lenguaje de la prosa ficcional recogió del periodístico, Chanove lo aplica a una poesía que, de manera lúdica, se basa en lo sucedido, en una serie de historias fragmentadas, piezas biográficas o ficcionales, y que no busca sino halla epifanías.
Desde antes de los romances clásicos que recogían historias orales, hasta su actualización con influencia surrealista hecha por Federico García Lorca, la poesía mayormente suele contar historias, sucesos. Para el lector, hurgar en este tipo de texto no necesariamente es menos difícil que tratar de desentrañar el poema más hermético o abstracto. Todo buen poema siempre guarda un misterio. Aludo al tópico del romancero, pues en la poesía de Chanove hay una intención de comunicación denotativa, desde los títulos de sus poemas (ejemplo: PERO LAS COSAS NO OCURREN SIEMPRE DE LA MISMA MANERA). Para explicar esto también es importante señalar la asimilación de lenguajes modernos como el del cine, el del comic, el de la televisión, hasta el más contemporáneo como es el del video clip.
Hay mucha influencia de la narrativa en su poesía, por supuesto, la del mentado Ernest, la de Salinger, Carver, en su mayoría norteamericanos. Chanove, cabe decir, ha escrito una igualmente ecléctica novela, Ikca trail (Lima, El Santo Oficio, 1998), y desde hace unos años radica en el desierto de vaqueros e indios de Texas.
Su primer poemario El héroe y su relación con la heroína (Lima, Libros de Macho Cabrío, 1983) abre ya su universo de mundos paralelos y entrecruzados, de parodias del western estadounidense con una realidad peruana convulsionada, de su búsqueda de libertad y transcendentalismo. Sobre la importancia que significó este primer libro en la poesía peruana, y el posterior aporte de Chanove, nos dice el crítico literario Ricardo González Vigil:
“(El héroe...) constituye un aporte novedoso al empleo de rasgos narrativos y coloquiales, y al interés por los medios masivos de comunicación... Sus poemarios siguientes han sorteado las debilidades artísticas de su primer poemario, consiguiendo frutos propios y personales a partir de una gama de corrientes disímiles (surrealismo, thriller cinematográfico, pop art, beatnik, 'realismo sucio', minimalismo, etc.) que él acierta en enhebrar con intensidad expresiva. Los grandes paradigmas de la Santidad, el Heroísmo y el Amor Sublime brotan en sus manos en clave jocoseria, en una mezcla de trascendentalismo y desmitificación, de idealidad y profanación que va más allá de lo establecido por Eielson o Luis Hernández.”
A estos dos nombres de poetas antecesores de esta poética se puede añadir la vanguardia de Carlos Oquendo de Amat, por ejemplo, quien en su Cinco metros de poemas recoge, literalmente, el lenguaje del cine para crear una poesía dinámica, directa y visual.
“Desde que tengo fuerzas para roer un hueso/ Tengo ganas de hablar", nos dice uno de los poemas más emblemáticos de este libro, y nos plantea en dos líneas un arte poética que expresa una voz que se enfrenta constantemente a la adversidad, movido por el amor y la conquista del mundo, es decir, de la libertad. El símbolo del caballo es esa libertad que se aventura por la llanura, el mundo, donde lo único que lo puede redimir (al jinete) es el amor: “Escuché su historia: en/ la puerta la esperaba un caballo y una llanura/ en su casa su esposo la devoraba/ Grité que era mía y partimos en mi barco/ Pero el corazón me saltaba con el ruido del mar/ y el corazón me saltaba mirando la luna/ y el corazón me saltaba cuando nos batíamos a cuchilladas”.
En Estudio sobre la acción y la pasión (Lima, Libros de Macho Cabrío, 1987) el héroe es Cristo (su pasión, su sacrificio por amor), un Cristo salido de una suerte de guión cinematográfico, de un film de película de vaqueros mezclada con una policial: “Y es así como fue arrojado y cubierto por los signos/ de la imperfección; pero no eran los signos de la imperfección/ sino los de la singularidad.” En este libro el tratamiento simbólico y metafísico cristiano de los relatos nos recuerdan a un César Vallejo agónico y materialista cristiano. La poesía de Chanove es de una continua agonía amorosa contrapuesta a la fuerza erótica en la relación héroe-heroína. No es que la materia luche contra el espíritu, como la doctrina de los místicos; para que el espíritu goce, para que el cuerpo acceda a la trascendencia, la materia tiene que estar en una intensa agonía. Por una cuchillada o un balazo, el héroe siempre ha de caer, para que el amor se libere y lo libere:
2. Con una uña destrozo mi ojo (crimen pasional)
Dos o tres veces te he visto pasar
Así: un puñal de acero luminoso saltó hacia
tu cuerpo vulnerable.
Antes: nosotros estábamos casi en paz; seres con las
rodillas dobladas anchando los bronceados muslos
Desde el primer momento llevamos una cruz de ceniza. La
nariz mojada.
Dije: es mejor que pongas sobre la mesa algo valioso. Carne
rosada. Un afilado cuchillo nos muestra el sabor.
Descripción de ella: cejas negras de trazo fino
hermosa cabellera.
Vienes con el rostro marcado a decirme: ¡un instante!
Y yo murmuro: sí.
VOZ (en la bruma): los pájaros curvaban
sus garras rojizas.
El jinete pálido (Lima, Ediciones El Santo Oficio, 1994) trasunta en ese mundo ya marcado de pasiones carnales y espirituales, ambas igualmente sucias. El amor es un estado de descomposición que nos encamina al paraíso. Todo aquel que está enamorado, dispuesto a entregar su cuerpo y su alma, dispuesto al sacrificio, es el Salvador de la humanidad. Tú no tienes Marías que se van, le decía Vallejo a Dios; lo mismo puede increparle Chanove. El crimen del hombre no es haber matado a su hermano, es amar lo prohibido, es darle acción a esa pasión reprimida por la civilización:
“I.— LEVANTÓ SU ROSTRO LUMINOSO
— El alma es melancólica
— La melancolía proviene de la eternidad
— Había una muchacha en la habitación. Levantó su rostro luminoso y una sonrisa fue formándose como una planta que surge de la tierra, se levanta y extiende sus hojas verdes para tomar sol
— Comprendí entonces que era el momento de ofrecer una exhibición.
Apolo, 17 de octubre, 2002
Por Miguel Ildefonso
No había rincón en su vida que no
estuviese ocupado por el peligro.
O. Ch.
Nació en Arequipa, en 1953. Ómnibus y Macho Cabrío, fueron algunas revistas que, en los ochentas, lo relacionan con una movida arequipeña en la que complotaba, entre otros jóvenes de entonces, el poeta Alonso Ruiz Rosas. Si en Lima estaba Kloaca disparando sus versos-molotov contra el stablishment cultural ochentero, desde Arequipa Chanove y Cía hacían lo propio a través de estas publicaciones contraculturales, como Revólver.
Se suele relacionar más el oficio de periodista con el de narrador, el caso más famoso lo encontramos en Hemingway. Pero también podemos hallar una relación directa del lenguaje periodístico con el poético, sobre todo en un poeta y periodista como es Chanove. Ese lenguaje directo, que se centra en los hechos, de aparente objetividad, con descripciones escuetas y sin retórica, que el lenguaje de la prosa ficcional recogió del periodístico, Chanove lo aplica a una poesía que, de manera lúdica, se basa en lo sucedido, en una serie de historias fragmentadas, piezas biográficas o ficcionales, y que no busca sino halla epifanías.
Desde antes de los romances clásicos que recogían historias orales, hasta su actualización con influencia surrealista hecha por Federico García Lorca, la poesía mayormente suele contar historias, sucesos. Para el lector, hurgar en este tipo de texto no necesariamente es menos difícil que tratar de desentrañar el poema más hermético o abstracto. Todo buen poema siempre guarda un misterio. Aludo al tópico del romancero, pues en la poesía de Chanove hay una intención de comunicación denotativa, desde los títulos de sus poemas (ejemplo: PERO LAS COSAS NO OCURREN SIEMPRE DE LA MISMA MANERA). Para explicar esto también es importante señalar la asimilación de lenguajes modernos como el del cine, el del comic, el de la televisión, hasta el más contemporáneo como es el del video clip.
Hay mucha influencia de la narrativa en su poesía, por supuesto, la del mentado Ernest, la de Salinger, Carver, en su mayoría norteamericanos. Chanove, cabe decir, ha escrito una igualmente ecléctica novela, Ikca trail (Lima, El Santo Oficio, 1998), y desde hace unos años radica en el desierto de vaqueros e indios de Texas.
Su primer poemario El héroe y su relación con la heroína (Lima, Libros de Macho Cabrío, 1983) abre ya su universo de mundos paralelos y entrecruzados, de parodias del western estadounidense con una realidad peruana convulsionada, de su búsqueda de libertad y transcendentalismo. Sobre la importancia que significó este primer libro en la poesía peruana, y el posterior aporte de Chanove, nos dice el crítico literario Ricardo González Vigil:
“(El héroe...) constituye un aporte novedoso al empleo de rasgos narrativos y coloquiales, y al interés por los medios masivos de comunicación... Sus poemarios siguientes han sorteado las debilidades artísticas de su primer poemario, consiguiendo frutos propios y personales a partir de una gama de corrientes disímiles (surrealismo, thriller cinematográfico, pop art, beatnik, 'realismo sucio', minimalismo, etc.) que él acierta en enhebrar con intensidad expresiva. Los grandes paradigmas de la Santidad, el Heroísmo y el Amor Sublime brotan en sus manos en clave jocoseria, en una mezcla de trascendentalismo y desmitificación, de idealidad y profanación que va más allá de lo establecido por Eielson o Luis Hernández.”
A estos dos nombres de poetas antecesores de esta poética se puede añadir la vanguardia de Carlos Oquendo de Amat, por ejemplo, quien en su Cinco metros de poemas recoge, literalmente, el lenguaje del cine para crear una poesía dinámica, directa y visual.
“Desde que tengo fuerzas para roer un hueso/ Tengo ganas de hablar", nos dice uno de los poemas más emblemáticos de este libro, y nos plantea en dos líneas un arte poética que expresa una voz que se enfrenta constantemente a la adversidad, movido por el amor y la conquista del mundo, es decir, de la libertad. El símbolo del caballo es esa libertad que se aventura por la llanura, el mundo, donde lo único que lo puede redimir (al jinete) es el amor: “Escuché su historia: en/ la puerta la esperaba un caballo y una llanura/ en su casa su esposo la devoraba/ Grité que era mía y partimos en mi barco/ Pero el corazón me saltaba con el ruido del mar/ y el corazón me saltaba mirando la luna/ y el corazón me saltaba cuando nos batíamos a cuchilladas”.
En Estudio sobre la acción y la pasión (Lima, Libros de Macho Cabrío, 1987) el héroe es Cristo (su pasión, su sacrificio por amor), un Cristo salido de una suerte de guión cinematográfico, de un film de película de vaqueros mezclada con una policial: “Y es así como fue arrojado y cubierto por los signos/ de la imperfección; pero no eran los signos de la imperfección/ sino los de la singularidad.” En este libro el tratamiento simbólico y metafísico cristiano de los relatos nos recuerdan a un César Vallejo agónico y materialista cristiano. La poesía de Chanove es de una continua agonía amorosa contrapuesta a la fuerza erótica en la relación héroe-heroína. No es que la materia luche contra el espíritu, como la doctrina de los místicos; para que el espíritu goce, para que el cuerpo acceda a la trascendencia, la materia tiene que estar en una intensa agonía. Por una cuchillada o un balazo, el héroe siempre ha de caer, para que el amor se libere y lo libere:
2. Con una uña destrozo mi ojo (crimen pasional)
Dos o tres veces te he visto pasar
Así: un puñal de acero luminoso saltó hacia
tu cuerpo vulnerable.
Antes: nosotros estábamos casi en paz; seres con las
rodillas dobladas anchando los bronceados muslos
Desde el primer momento llevamos una cruz de ceniza. La
nariz mojada.
Dije: es mejor que pongas sobre la mesa algo valioso. Carne
rosada. Un afilado cuchillo nos muestra el sabor.
Descripción de ella: cejas negras de trazo fino
hermosa cabellera.
Vienes con el rostro marcado a decirme: ¡un instante!
Y yo murmuro: sí.
VOZ (en la bruma): los pájaros curvaban
sus garras rojizas.
El jinete pálido (Lima, Ediciones El Santo Oficio, 1994) trasunta en ese mundo ya marcado de pasiones carnales y espirituales, ambas igualmente sucias. El amor es un estado de descomposición que nos encamina al paraíso. Todo aquel que está enamorado, dispuesto a entregar su cuerpo y su alma, dispuesto al sacrificio, es el Salvador de la humanidad. Tú no tienes Marías que se van, le decía Vallejo a Dios; lo mismo puede increparle Chanove. El crimen del hombre no es haber matado a su hermano, es amar lo prohibido, es darle acción a esa pasión reprimida por la civilización:
“I.— LEVANTÓ SU ROSTRO LUMINOSO
— El alma es melancólica
— La melancolía proviene de la eternidad
— Había una muchacha en la habitación. Levantó su rostro luminoso y una sonrisa fue formándose como una planta que surge de la tierra, se levanta y extiende sus hojas verdes para tomar sol
— Comprendí entonces que era el momento de ofrecer una exhibición.
Las nubes se desplazaron por el cielo”
La descripción de detalles es importante en esta poesía, como si la imaginación siguiera el movimiento de una cámara, mientras que el pensamiento explora los símbolos: “los dedos de sus pies se curvan hacia atrás, se/ desordenan, y un rayo, quebrado/ rasga lentamente la cópula del mundo.”
El último poemario de Chanove es Canción de amor de un capitán de caballería para una prostituta pelirroja (Lima, Ediciones El Santo Oficio, 2002). Aquí no hay diálogos, ni técnicas narrativas, ni mucha mixtura. El lenguaje se concentra, como señala el título del libro, en canciones. La lírica y la musicalidad se acentúan magníficamente, con los versos centrados en medio de la página, marcando la unidad, a diferencia de la poesía anterior de Chanove, que estaba marcada por la fragmentación, la disparidad de enunciados y de referentes. Hay una voz más personal; confesional, hasta podríamos decir: “He experimentado muchas situaciones/ con la única intención de poder luego recordarlas.”
En Canción la pareja héroe y heroína se delinea —como cortada, por las siluetas, de una historieta— de los otros; el poeta marca su territorio discursivo frente a un mundo agostado. El cantante empieza a recordar, y la redención los espera: “Es importante/ creer ahora y siempre/ que alrededor de nosotros/ algo valioso nos redimirá definitivamente”. La reflexión acerca de sus obsesiones es constante: “El misterio del amor eterno tiene su origen en que/ una fracción de vida/ es más potente que/ el resto de la vida.” Sobre el amor y su relación con el héroe nos dice además: “el amor es/ irracional/ Antisocial/ Absurdo.”
El amor como vía y como fin es esa constante, ese motor que mueve la poesía lírica y, de alguna manera, épica de Chanove. Un par de versos, para terminar, nos resume esta pasión, que ha marcado ya un estilo en esta vertiente de la poesía peruana (heredera de Eguren, Eielson, Luis Hernández): “¿No andabas predicando/ que nuestra misión en este mundo/ es estar siempre/ enamorados?”.
La descripción de detalles es importante en esta poesía, como si la imaginación siguiera el movimiento de una cámara, mientras que el pensamiento explora los símbolos: “los dedos de sus pies se curvan hacia atrás, se/ desordenan, y un rayo, quebrado/ rasga lentamente la cópula del mundo.”
El último poemario de Chanove es Canción de amor de un capitán de caballería para una prostituta pelirroja (Lima, Ediciones El Santo Oficio, 2002). Aquí no hay diálogos, ni técnicas narrativas, ni mucha mixtura. El lenguaje se concentra, como señala el título del libro, en canciones. La lírica y la musicalidad se acentúan magníficamente, con los versos centrados en medio de la página, marcando la unidad, a diferencia de la poesía anterior de Chanove, que estaba marcada por la fragmentación, la disparidad de enunciados y de referentes. Hay una voz más personal; confesional, hasta podríamos decir: “He experimentado muchas situaciones/ con la única intención de poder luego recordarlas.”
En Canción la pareja héroe y heroína se delinea —como cortada, por las siluetas, de una historieta— de los otros; el poeta marca su territorio discursivo frente a un mundo agostado. El cantante empieza a recordar, y la redención los espera: “Es importante/ creer ahora y siempre/ que alrededor de nosotros/ algo valioso nos redimirá definitivamente”. La reflexión acerca de sus obsesiones es constante: “El misterio del amor eterno tiene su origen en que/ una fracción de vida/ es más potente que/ el resto de la vida.” Sobre el amor y su relación con el héroe nos dice además: “el amor es/ irracional/ Antisocial/ Absurdo.”
El amor como vía y como fin es esa constante, ese motor que mueve la poesía lírica y, de alguna manera, épica de Chanove. Un par de versos, para terminar, nos resume esta pasión, que ha marcado ya un estilo en esta vertiente de la poesía peruana (heredera de Eguren, Eielson, Luis Hernández): “¿No andabas predicando/ que nuestra misión en este mundo/ es estar siempre/ enamorados?”.
Apolo, 17 de octubre, 2002
1 comentario:
La revista Revolver la hizo enteramente el poeta César Gutiérrez Rivas, que con los años sería una de las voces más poderosas de la literatura peruana con su deslumbrante obra Bombardero.
De Revolver hay un único y poderoso primer número, donde Chanove colabora con un poema.
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